Cómo usar las matemáticas para hallar la verdad en la vida, según Ludwig Wittgenstein


Ludwig Wittgenstein fue uno de los pensadores más influyentes del siglo XX. Nacido en Viena en 1889, fue filósofo, matemático y lingüista, y su trabajo transformó para siempre la manera en que entendemos el lenguaje, el pensamiento y la verdad.

Su obra más conocida, Tractatus Logico-Philosophicus, fue escrita durante la Primera Guerra Mundial, mientras era soldado. En ese libro, Wittgenstein intentó resolver una de las preguntas más antiguas de la filosofía: ¿qué es la verdad?

Para el filósofo, el lenguaje no es solo un medio para comunicarnos, sino una estructura lógica que refleja el mundo. Explica que cada palabra es como una fórmula matemática y tiene sentido sólo si puede representar un hecho real.

Si no puede hacerlo, es decir si no puede verificarse, entonces carece de significado. De ahí su famosa frase: “De lo que no se puede hablar, mejor es callarse”.

La vida y el pensamiento de Wittgenstein giraban en torno a la búsqueda de certezas absolutas en un mundo lleno de ambigüedad. Para él, esas certezas solo existían en el terreno de las matemáticas y la lógica.

En esos campos, no hay lugar para la duda ni la interpretación, ya que dos más dos siempre será cuatro. Según el matemático, las emociones, las creencias y las opiniones pertenecen al dominio de la subjetividad y dependen de la interpretación de cada persona.

Wittgenstein sostenía que la verdad no es una propiedad del mundo, sino el resultado de las reglas que usamos para describirlo. Así como en las matemáticas aceptamos estructuras y fórmulas que nos permiten razonar con coherencia, en el lenguaje creamos “juegos de lenguaje”, es decir, sistemas de significados compartidos que nos ayudan a comunicarnos.

Pero esos juegos son convenciones, no verdades universales, y además pueden existir múltiples formas. Por eso, fuera del ámbito lógico-matemático, la verdad se disuelve en interpretaciones.

Su filosofía puede entenderse como una invitación a pensar con claridad, a desconfiar de las palabras vacías y de las afirmaciones que no pueden demostrarse. En un mundo lleno de opiniones y creencias cambiantes, Wittgenstein encontró refugio en la precisión del pensamiento lógico.

Para él, vivir filosóficamente era buscar la pureza del pensamiento matemático en la vida cotidiana: decir solo lo que puede sostenerse con certeza, evitar el ruido del lenguaje y aceptar que, más allá de la lógica, todo es incierto.

Fuente: www.clarin.com

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